Nota realizada por la revista Informe Ganadero.
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Porque como profesionales, hemos visto a lo largo de años, como la inseminación fue un instrumento con efectos a veces más negativos que positivos, con la introducción de toros enormes, que daban problemas de partos, eran padres de vacas que no se preñaban, novillos interminables, y otros múltiples problemas. Porque estamos convencidos que para generar cambios positivos en un rodeo, debemos trabajar con toros de genéticas sólida y homogénea, y no con aquellos que son solo el producto de dos padres de buena estructura física, o ganadores en una exposición. Porque aunque el negocio del show ganadero todavía pasa por otro lado, los que trabajamos todos los días con los rodeos sabemos muy bien que es cierto que la fertilidad es 10 veces más importante que la “facha” de un animal, y que la adaptación al medio ambiente es la única posibilidad que tiene un toro o vaca de poder transmitir lo que lleva adentro. Porque a nuestro juicio, producimos reproductores de tamaño ideal, si hablamos de vacas de cría en campos difíciles y novillos engordando a pasto, que estén gordos lo más rápido posible, con costos compatibles con una razonable rentabilidad. Porque todos los modelos de producción exitosos se asientan sobre “hacienda normal”, plástica y versátil, que se adapta naturalmente al campo donde está y no debe recibir “ayudas” de afuera que siempre son caras. |